jueves, 2 de agosto de 2007

EDUARDO GAMBOA, COMPOSITOR (I)


Foto: Martirene Alcántara-G
(Primera de dos partes)

Graduado como guitarrista en el Trinity College of Music de Londres, Eduardo Gamboa se dedica enteramente a la composición desde 1985. Su obra incluye música de concierto, tanto de cámara como sinfónica, música para teatro, cine, televisión y temas publicitarios.

En el ámbito cinematográfico ha sido compositor de la música de películas como La niña en la piedra, Manos libres, Conejo en la luna, Corazón de melón, Ciudades oscuras, Zurdo, El grito, El cometa y En medio de la nada, entre muchas otras.

Gamboa comenzó sus estudios musicales a la edad de 9 años, tomando lecciones de piano con Carlos Barajas. Poco después ingresó a La Peña de los Folkloristas, donde bajo la guía de Héctor Sánchez y José Ávila estudió los diferentes géneros de la música popular de México y Latinoamérica. Durante su infancia y adolescencia formó parte de los grupos Pilcuicatl y La Peña Móvil, con los que actuó en México y Estados Unidos.

Tras una breve temporada en la Escuela Nacional de Arte de La Habana, Cuba (1974), Gamboa prosiguió su formación musical en México, ingresando al Centro de Investigación y Estudios Musicales (CIEM). De 1982 a 1985 tomó clases particulares con los que han sido sus más importantes maestros: la guitarrista Magdalena Gimeno y el compositor Joaquín Gutiérrez Heras.

Además de compositor, Gamboa ha sido director musical y productor de numerosas grabaciones, tanto de música popular como de concierto, entre las que destacan el disco ¡Rompe!, con música de cámara contemporánea mexicana, en donde está incluida su obra Transparencias para flauta, violín, viola y violoncello. Otras producciones son Ven Acá, un CD con canciones de Agustín Lara interpretadas por Eugenia León; los dos discos editados por la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes bajo la batuta de Gordon Campbell; el CD Corazón Mexicano, de Eugenia León y Ramón Vargas, acompañados por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México; y el CD De Bach a los Beatles, de Horacio Franco y Víctor Flores.

¿Qué es lo que te llevó a interesarte por la música de cine? ¿Cuáles son tus influencias, los compositores o bandas sonoras que te han marcado?

Desde muy niño mostré una clara vocación para la música y un gusto enorme por el cine, así que en mí fue un proceso natural que terminara componiendo música de cine. Ésto, claro, una vez que opté por la composición, porque al principio de mi formación académica quería ser guitarrista. Mi título de licenciatura, con el Trinity College of Music de Londres, dice: Licenciado en guitarra.

Pero también influyó, supongo, que me formé como compositor bajo la tutela de Joaquín Gutiérrez Heras, uno de nuestros mejores compositores, también cinéfilo y quien escribió muchas partituras cinematográficas, sobre todo en los 70’s y 80’s. De él aprendí muchísimo, por supuesto.

Ya como compositor profesional –llevo 22 años dedicado a ésto-, he seguido estudiando en forma autodidacta y muchas son las influencias que tengo.

En lo que respecta a la música para cine, mi gran favorito de todos los tiempos es Nino Rota; su música para El Padrino y muchas otras de las que compuso para películas de Fellini son de las que a uno lo marcan como compositor. También me fascina la versatilidad, el impacto de sus temas melódicos y el dominio de la orquestación de John Williams. Pero hay muchos más, cuya música me encanta, por ejemplo Mark Isham, Morricone, Philippe Sarde, la joven británica Rachel Portman, John Barry…

En el plano de la música de concierto, a la que dedico el mismo -e incluso más- tiempo que a la de cine, supongo que influyen en mí todos los grandes compositores cuyas músicas traemos todos en el inconsciente colectivo. Pero también tengo mis preferidos, los que me emocionan más, como Haendel, Mozart, Brahms, Chaikovsky, Dvórak, Ravel, Gershwin y Stravinsky.

Mi música de concierto es tonal, a veces modal, otras con tintes o recreaciones de la música popular de México y de otros países latinoamericanos, cosa que me sale de forma natural, pues desde niño también estuve muy ligado a estas músicas: estudié con Héctor Sánchez y Pepe Ávila de Los Folkloristas. De lo que sí estoy muy alejado es de las supuestas “vanguardias” y de la música de ruiditos.

¿En qué consiste el proceso de creación de una banda sonora para Eduardo Gamboa?

El proceso creativo es lo más individual e inexplicable que pueda existir. Es también lo que más disfruta un artista, sea escritor, pintor, compositor… Yo soy sumamente visceral. Jamás me planteo un esquema ni recurro a las técnicas composicionales para, cerebralmente, comenzar una pieza. Simplemente me siento al teclado y empiezo a jugar y a buscar, y cuando tengo un motivo melódico que me gusta, o cierta armonía que me atrae, o una idea rítmica interesante, trato de ahondar por ahí, y así van saliendo más ideas y voy construyendo más amplias frases o secciones. Es un proceso donde voy desechando lo que no me convence y quedándome con lo que me gusta.

Obviamente, al componer para el cine, hay que trabajar sobre la premisa de que la música debe servir y acompañar a la acción dramática, y nunca distraer o ir en contra de lo que se quiere narrar. Pero eso es como lo obvio. Nunca pienso en tales cosas cuando estoy componiendo la música de una película. Sería como si, ya sabiendo manejar un auto, cada vez que lo hiciéramos estuviéramos repasando con toda atención cada uno de los movimientos que hay que hacer para manejarlo. Eso ya lo hacemos “en automático”.

Pero lo que yo sí busco, además de que la música funcione con la imagen, es que sea una música que se sostenga por sí misma, que pueda escucharse y tenga coherencia, aunque la oigamos sin ver la película. Es padrísimo cuando logra uno que una de sus músicas cinematográficas consigue trasladarse a la sala de conciertos y ser ejecutada en versión de concierto. Tengo la fortuna de tener una suite que ya ha sido interpretada por diversas orquestas, incluso fuera de México: se trata de mi suite El Grito, con música que hice para la película del mismo nombre, dirigida por Gabriel Beristáin.


Volviendo a lo del proceso de hacer la música de una película, una vez que he acordado con el director el tipo de música que queremos, los lugares donde debe haber música y considerando los límites que impone el presupuesto, pues no siempre alcanza para grabar con una orquesta, por ejemplo, entonces me encierro a trabajar. Hasta ahora he tenido la suerte de que los cineastas con quienes he colaborado me han dado libertad total para componer y les ha encantado la música que he escrito para sus películas.

Nunca hago maquetas ni presento propuestas para que me las aprueben. Con el director me vuelvo a encontrar en la sala de conciertos o el estudio de grabación en el momento en que grabo con los músicos. Y luego compartimos también el proceso de mezcla y regrabación en una sala THX.

¿Hay un estilo específico de composición que creas que refleje mejor tu personalidad, o prefieres experimentar con diferentes soluciones musicales?

Una de las maravillas que el cine ofrece al compositor es precisamente el poder experimentar. De esta experimentación uno aprende muchísimo y luego lo expresa, si lo ha interiorizado y digerido realmente, también en la música de concierto. Y, como consecuencia de esto mismo, uno va adquiriendo el oficio de compositor, sabiendo cómo encausar sus ideas musicales, cómo desarrollarlas, cómo instrumentar y orquestar…

Mi formación musical sui géneris, con los mundos paralelos de la música formal, académica, y de la música popular, me han permitido ser muy versátil y encargarme en muchos casos, no sólo de la música de fondo de la película, sino también de las músicas incidentales que van sucediendo durante la historia. Por ejemplo, una secuencia donde aparece en pantalla un grupo de salsa, o un trío de boleros, o si de un supuesto tocadiscos se escucha un vals chopinesco, como en Hasta el viento tiene miedo. Aquí, el reto es lograr que el público, sin darse cuenta, crea que está escuchando un vals de Chopin, pero que poco a poco descubra que en realidad está oyendo el tema que compuse para Andrea, en estilo romántico, claro, para piano solo.

(Continuará mañana)


Eduardo Gamboa dirigiendo a la sección de cuerdas de la Mexfilms Orchestra para la música de "Hasta el viento tiene miedo".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial que hayan publicado algo del compositor!!! en lo particular me encanta la música de la película!!!

Oigan, ¿¿y para cuando podemos comprar el soundtrack??

Saludos!!

Paduchina dijo...

Recién ayer, comentaba sobre la música. Fabulosa la primera parte sobre el compositor. No es común que leamos sobre nuestros creadores mexicanos. Deberíamos darle mayor cobertura en México al trabajo de los compositores musicales quienes han dejado un cachito de su alma en su obra que vive y perdura en cada uno de nuestros corazones. Felicidades a Eduardo Gamboa y a todos ustedes por éste magnífico blog.

WIND MASTER dijo...

colmillito: el soundtrack aparecerá a finales de octubre, poco después del estreno de la película, y contendrá una gran sorpresa que ya les haremos saber a todos en su debido momento.

paduchina: tus comentarios significan mucho para los involucrados en el blog y en la película. Gracias por apreciar nuestro trabajo. Lo estamos haciendo porque realmente hay muchas cosas y personas detrás de la creación de una película que necesitan, como dices, tener cobertura. Un abrazote.